Un video viral mostró al Presidente del Banco Pichincha respondiendo de forma ofensiva a un cliente que se quejaba por el mal servicio. “¡Cámbiese de banco y no joda!”, fue la frase que desató la indignación de miles de personas. Esta respuesta, lejos de ser un simple exabrupto, afecta a más de seis millones de usuarios que confían en esta entidad bancaria.
Pero este no es solo un problema de comunicación o imagen. Es un tema de derechos. El artículo 66, numeral 25 de la Constitución del Ecuador garantiza a toda persona “el derecho a disponer de bienes y servicios de óptima calidad, y a recibir una atención adecuada, eficiente, oportuna, con trato cortés y respetuoso”.
Hasta el momento, el banco emitió un breve comunicado pidiendo disculpas dos días después, sin asumir mayor responsabilidad ni proporción con el daño causado. Esto no es suficiente.
Este caso debería activar los mecanismos de protección al consumidor. La Defensoría del Pueblo, la Superintendencia de Bancos y el Defensor del Cliente deben actuar de oficio para garantizar el respeto al derecho al buen trato, y para que este tipo de hechos no se repitan.
¿Estamos obligados a quedarnos donde no nos valoran? No. Como consumidores tenemos derechos, y debemos exigir que se cumplan.